muñeca lila

Esta es la historia de una muñeca con el pelo lila:
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Este patrón de la muñeca Chloe de la crocheteria, me parecía ideal. Empecé a tejerlo y cuando llegué al pelo los restos de algodón marrón no me llegaban. Así que muy a mi pesar -y saltándome el propósito de no comprar más lana hasta acabar con el stash- me encaminé hasta la tienda de lanas a hacerme con un ovillo marrón.
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Y claro, salí con tres ovillos, dos para el #peleletortuga, y uno para el pelo, pero de color morado. Porque en la tienda no ví ningún marrón que me convenciera, y después de tanto leer The day crayons quitt de Oliver Jeffers, me dije, y ¿por qué no? Si a mí me gusta este morado, a ver porque no va a poder tener el pelo la muñeca de este color! Y es que Anna está en esa fase de copiar el modelo tal cuál y hasta se enfadó proqué el vestido y los zapatos no eran del mismo color que el original.

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Pero, ¿por qué hay que seguir siempre el patrón? ¿Por qué la búsqueda de la perfección pasa siempre por la copia exacta? Con lo díficil que és bordar la misma expresión o conseguir que los dos moños y sus florecillas queden perfectamente alineados!

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Si la belleza está precisamente en la diferencia, en aquello que nos hace únicos. Lo bonito y especial de lo hecho a mano, está precisamente en el error, en el pequeño fallo, en la asimetría casi impercentible, en lo que desentona, en salirse de la norma y reinterpretar el patrón. Algunos lo llaman ARTE, otros artesanía. 
El caso es que fué precisamente la elección del color del pelo lo que hace que esta muñeca de crochet sea SU muñeca. ¿No os parece?

pd: me guardo para otro día la historia de esas cajas de cartón convertidas en armario y canapé. Esa es, otra historia.

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